viernes, 19 de junio de 2009

Votar o no votar: usted decide



Dr. Alberto Bojórquez Fabela

La participación electoral ciudadana ha venido descendiendo a partir de 1991, según documenta José Woldemberg: de un 34.06 por ciento de este año, en 1997 pasó a 42.31 por ciento y en el 2003 pasó a 58.32 por ciento. El profesor en Ciencia Política de la UNAM y Consejero Presidente del IFE hasta el 2003, explica las razones del abstencionismo electoral, afirma y expone variados argumentos que sustentan su tesis: "la abstención crece y llamar a incrementarla no es muy meritorio, sino más bien mantenerse en una ola que nada productivo puede traer al país.
La abstención se incrementa porque en efecto, hay un malestar en relación a los partidos, los políticos y los parlamentos". De igual forma argumenta: "Por otro lado la abstención es un fenómeno complejo, tenemos al "hiperpolitizado” que no encuentra opción a la altura de sus expectativas hasta el "apolítico rutinario” pasando por todo tipo de grises. De tal suerte que no existe algo así como un ´partido abstencionista´.
¿Queremos desfondar lo poco o mucho que hemos construido hasta ahora? Nuestra memoria es flaca, México, transitó apenas entre 1977 y 1996 de un sistema de partido hegemónico a otro pluripartidista, de elecciones sin competencia a comicios muy competidos, de un mundo de la representación política monocolor a uno donde el pluralismo se reproduce en las instancias del Estado. Y ello representa hoy nuevas relaciones entre los poderes: de un presidencialismo asfixiante y subordinador a un equilibrio real entre los mismos, de un centralismo arraigado a un federalismo primitivo, de un Poder Judicial minusvaluado en materia política a otro que ya es árbitro de litigios entre poderes y acciones de anticonstitucionalidad. También ha acompañado y posibilitado mayores márgenes de libertad de expresión, organización, de prensa, manifestaciones, etcétera, y ha logrado construir un mundo de la política plagado de pesos y contrapesos en claro contraste con el verticalismo autoritario de hace apenas unos años. Y todo ello fue posible a través del voto".
José Antonio Crespo, analiza las razones del abstencionismo, pero, afirma:
"Quienes no desean votar por ningún partido (por razones emotivas o estratégicas), pero consideran que asistir a las urnas es más un deber cívico que un derecho político, podrán encontrar un punto de conciliación concurriendo a la urna para anular deliberadamente su voto. Es una opción racional ante ese dilema. Desde luego quienes por razones emotivas o estratégicas desean abstenerse o invalidar su voto, pero al mismo tiempo temen el colapso democrático o institucional a causa de una abstención total (o casi total), y además calculan que la mayoría de los ciudadanos pretende hacer lo mismo, entonces probablemente sí votarán por algún partido (el que fuera). Pero, si calculan que un número significativo de ciudadanos sufragará por algún partido (lo que pude detectarse por encuestas), entonces el riesgo de un colapso disminuye. En tal caso, quienes quieren abstenerse o anular su voto por razones emotivas o estratégicas, podrán expresar su rechazo a todos los partidos políticos (o en su caso, ejercer presión sobre ellos) con baja probabilidad de provocar un quiebre institucional".
Luis González de Alba y Claudio López Guerra, son partidarios decididos del abstencionismo y expresan sólidas razones para ello que no se pueden dejar en el olvido, sino que deben tenerse en cuenta a la hora de votar o no votar, en la elecciones del próximo 5 de julio.
La discusión de Luis González de Alba nos dice: "En los hechos, los partidos han conseguido blindarse contra cualquier forma de control ciudadano. Se dieron la llave única de entrada al Congreso y al Ejecutivo, sólo ellos pueden lanzar candidatos a puestos de elección popular, en elección local o federal. Están en perfecta complicidad todos, se reparten el pastel sin dar cuentas a otro poder ni al ciudadano, porque nada le deben ni tiene éste cómo oponerse.
Nos habíamos dado un Instituto Federal Electoral integrado por consejeros inamovibles para que ese árbitro tuviera completa independencia. Dieron golpe contra el IFE, en abierto desacato a la ley. Se pelearon por colocar cada uno su alfil y no cumplieron ni los plazos que ellos mismos se habían ordenado. Los ciudadanos sólo pudieron, la mayoría, tragarse su rabia; quienes escribimos despotricar inútilmente. Nos repetirán el numerito cuantas veces se le pegue la gana porque no hay otro poder, ni la Corte Suprema que pueda objetar sus golpes y someter por la ley a los golpistas. Van solos y no se quitan. Atentaron contra la libertad ciudadana a enterarse de sus pillerías que un candidato pueda tener en su haber porque ahora está prohibido "denigrarlos" y "deslustrarlos". Por esto porque nos han maniatado los ciudadanos debemos anular nuestro voto, pedir el recuento de los insultos puestos en las boletas o simplemente no votar".
Mientras tanto Claudio López Guerra, expone: "A veces nada es mejor que algo.
¿Aplica esta máxima a la participación electoral? Mejor no votar, piensan algunos, que apoyar a una de estas organizaciones criminales que se hacen pasar por partidos políticos. Votar por la menos repugnante de las opciones ya se ha vuelto intolerable para muchos. ¿Pero, podría ser mejor abstenerse o anular el voto en señal de protesta? Como una acción individual aislada, no. Como parte de un proceso de acción colectiva, si. Un boicot ciudadano bien orquestado, en condiciones que realmente lo ameriten, sería estupendo.
Es necesario un movimiento ciudadano previo para que una diferencia en las estadísticas pueda leerse como un acto de protesta. El boicot ciudadano elevaría al sufragio, así entendido, a su máxima potencia: nos permitiría lapidar a todos los partidos, sin excepción. Al menos simbólicamente. Todos los pájaros de un tiro. Pero me parece poco probable que algo así suceda pronto en México".
En las últimas semanas nos enteramos que una encuesta avalada por la Secretaría de Gobernación, nos dice que un porcentaje muy alto (66 por ciento) de ciudadanos de este nuestro hermoso país, afirman que las elecciones no son legales y, un porcentaje nada desdeñable (62 por ciento) de ciudadanos, afirman que van a anular su voto.
A nuestro juicio deberán examinarse las causas que generan la desilusión de los ciudadanos en los procesos de elección federal, estatal y municipal.
Hay que debatir seriamente el papel que han venido jugando en todo proceso abstencionista; los llamados poderes fácticos. En reciente conferencia sobre la democracia, dictada en esta ciudad, el doctor Jorge Medina Viedas, afirmó que estos poderes fácticos son los que promueven el abstencionismo.
La Doctora en Ciencias Política, María Amparo Casar, hace un estudio más profundo sobre los poderes fácticos, conviene darle una buena lectura a las reflexiones que Casar aporta sobre este tema a la vida política nacional: "Una sociedad más democrática regula y resiste mejor la intervención de intereses privados y la existencia de privilegios en la esfera pública. ¿Pueden constatarse cambios de la misma envergadura en los poderes fácticos o éstos han logrado mantener sus privilegios en el espacio público? La respuesta es que en el espacio público en México, sigue copado por el poder de grupos que sin ninguna investidura, representación o delegación democrática tienen poder de imponer o modificar decisiones que afectan el interés público.
Los poderes reales, capaces de limitar la autonomía y, en casos extremos la soberanía del estado, comparten ciertas características:
No dependen de la voluntad de los ciudadanos ni de sus representantes, pero condicionan la representación. No son parte formal del proceso de toma de decisiones, pero tiene instrumentos para influir de manera desproporcionada en las decisiones reservadas a los poderes públicos, en particular al Legislativo y el Ejecutivo. No tienen representación formal en el Congreso o en el Gobierno, pero pueden poner vetos a la acción pública. Carecen del amparo, con el beneplácito cuando no con el contubernio de las autoridades, pero las vuelven sus rehenes. Derivan una "renta" extraordinaria de la que están excluidos otros actores.
Lo preocupante en México es el grado de influencia e impunidad que llegan a tener y las consecuencias para el desarrollo económico y político de la nación. No se trata única ni principalmente de la acumulación de riqueza en pocas manos sino de que la forma de reproducirlas atenta en términos económicos contra la competitividad del país, los intereses de los consumidores y el bienestar de la población y, en términos políticos y legales, contra la igualdad, la transparencia y la democracia.
El proceso de democratización en México, no quedará saldado si persisten los privilegios que, paradójicamente, a menudo están amparados por la ley, y muchas veces protegidos por los mismos poderes públicos. Para eliminar o al menos disminuir los privilegios hay dos vías. Una, reformas legales que pongan fin a concesiones, prerrogativas y ventajas que no tienen lugar en las sociedades democráticas y eficientes: leyes de competencia, reformas fiscales progresivas, leyes laborales modernas, ampliación de los sujetos obligados por la ley a transparencia e incluso ley de partidos. La otra vía es la de los acuerdos entre las élites política y económica en la dirección de un pacto por la productividad, la competitividad, la libertad y la equidad de los actores que concurren al espacio público".
En cualquier caso, desde mi particular punto de vista, deben de tomarse en cuenta los siguientes datos:
A) En las elecciones de 2006, para usted ¿hubo o no hubo fraude?
B) Los casos de Oaxaca y Atenco, ¿fueron crímenes que han quedado impunes?
C) México, se encuentra en recesión económica, dice el Secretario de Hacienda: ¿Fue un catarrito o ya es una pandemia?
D) ¿Estamos decididos a seguir pagando altos sueldos a funcionarios que van desde el presidente Calderón, pasando por los ministros de la Suprema Corte de Justicia, los consejeros del IFE, los senadores, diputados, gobernadores y presidentes municipales?
E) ¿Aumenta la miseria o va disminuyendo?
F) ¿Usted cree que conviene reflexionar en estos problemas o nos conviene hacernos tontos?
G) Si usted vota el 5 de julio ¿Se convierte en cómplice de estos abusos?

Piénselo y decida, dice la propaganda. Si no hace ni lo uno ni lo otro, nuestra democracia no puede crecer. Usted, honradamente, ¿Qué cree?

José Woldemberg. "Un gesto inútil". Revista Nexos num.376
José Antonio Crespo. "Genialogia del abstencionismo". Revista Nexos num. 376
Luis González de Alba. "Contra el agandall". Revista Nexos num. 376
Claudio López Guerra. "Todos los pájaros de un tiro". Revista Nexos num. 376
María Amparo Casar. "Poderes fácticos". Revista Nexos num. 376.

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