jueves, 27 de noviembre de 2008

El Río ¿Fuerte?

El otrora caudaloso cuerpo de agua sufre ahora los embates de la contaminación y deforestación de sus riberas. La vida animal se ha visto reducida en más del 60 por ciento en los últimos veinte años.

Luis Fernando López Parra

El otrora caudaloso Río Fuerte es hoy una triste estampa de ese gigante indomable que por años luchó contra el poder del hombre por dominarlo. Sus corrientes de antaño, esas que la noche del 31 de diciembre de 1990, ya para amanecer el año nuevo, dieron el último gran susto a los pobladores de muchas comunidades ribereñas del municipio de Ahome, al desbordarse su cauce, hoy parece por fin dominado. 
Sin embargo, la dominación del Río Fuerte no fue por las manos constructivas del hombre, esas a las que mucho ayudó por centenares de años, sino por las destructivas que hoy han convertido a su cauce, en un arroyo de aguas negras. 
Su boscoso cauce también es asediado por los depredadores de madera, quienes prácticamente en varias zonas de sus miles de kilómetros lo han deforestado completamente, sin que ninguna autoridad competente haga algo por evitarlo.  us corrientes de antaño ya no transitan con la misma fuerza y vigor que la naturaleza le daba, viéndose reducidas a casi nada. 
La construcción de la presa de Huites (Luis Donalodo Coloso) con capacidad para almacenar poco mas de 4 mil millones de metros cúbicos de agua, aunado a los 3 mil millones de capacidad de la Miguel Hidalgo y los 500 millones de la Josefa Ortiz de Domínguez, han acabado con el cauce del Río Fuerte, hacía abajo, pues sus aguas son retenidas allá arriba, como dicen los lugareños. 
Los últimos 7 años de intensa sequía que aún no han permitido siquiera probar la fortaleza y calidad de la presa Huites, terminada de construir en 1994, pues aún no ha sido llenado su vaso, es otro de los factores que han acabado con el río desde el municipio de El Fuerte, hasta su desemboque en el mar, ya en territorio del municipio de Ahome.
Hoy su cauce en esta zona -El Fuerte-Ahome- luce completamente seco, con escasas aguas lamosas, o bien, alimentado solamente por aguas negras que son arrojadas por varias empresas ubicadas al margen de su ribera y que sin ningún control por parte de la Semarnap y Profepa o en el peor de los casos, con su complacencia y complicidad, han acabado con la vida silvestre del río.
La vida animal y vegetal que era parte del atractivo de muchas familias y visitantes foráneos ha decaído al punto de que algunas zonas arboladas se encuentran devastadas, y la captura de mojarra, cauques y otras especies es actualmente sólo un recuerdo que se puede apreciar en las fotografías tomadas en antaño por quienes gustaban de asistir al río. 
Pero sin lugar a dudas, lo más lamentable del descuido que hoy enfrenta el río, son los contaminantes que a diario se depositan en su cauce y riberas. La mano del hombre, esa a la que tanto sirvió el río ya sea para brindarle un rato de esparcimiento, o bien para darle de comer -pesca de mojarra y cauque-, ha contribuido a convertirlo en un arroyo de aguas negras o bien en un gigantesco basurero.
En un recorrido realizado por su cauce, desde el municipio de El Fuerte, hasta algunas poblaciones enclavadas en el municipio de Ahome, se pudo observar un aspecto en común: la abundancia de basureros clandestinos. 
Plásticos, papeles, llantas y hasta escombros de materiales de construcción, todos no biodegradables, se pueden observar por montones en el río, mismos que ayudan a incrementar el riesgo de su muerte. 
Otro aspecto que se pudo observar, es que en varias zonas, especialmente las enclavadas en donde se practica la agricultura, el cauce del río es tomado como cementario de depósitos de agroquímicos que son utilizados para combatir plagas, enfermedades fungosas, o simplemente para incrementar la producción de los cultivos.
Ambientalistas como José Luis Leyva Uriarte, investigador de la Universidad de Occidente, han lanzado un S.O.S. a las autoridades de la Semarnap y Profepa para salvar al Río Fuerte. El ex-síndico de San Miguel Zapotitlán, Leopoldo Solís, denunció ante la Semarnap y Profepa, desde el año de 1998, el daño ecológico que causan algunas granjas porcinas, avícolas e industrias enclavadas sobre el margen del río, al depositar sus aguas negras de deshecho sobre su cauce.
Las advertencias de ambientalistas, productores y ciudadanos, de los riesgos latentes de las descargas de aguas residuales de granjas acuícolas y porcícolas, las cuales no cumplen con las normas ecológicas para su operación y tratamiento de sus aguas resiuduales, pues carecen de lagunas de oxidación o plantas tratadoras, han sido gritos desesperados en oídos de sordos.
En el recorrido realizado desde el municipio de El Fuerte, hasta la comunidad de San José de Ahome, en el cual Alberto Heredia Velázquez, vecino de Higuera de los Natoches, sirvió de guía, se pudo constatar no sólo la disminución de su cauce y la tala de sauces y álamos, sino que a partir del ejido El Porvenir, ya no corre agua. 
En otras zonas, donde aun su cauce figura un lodoso y lamoso charco, se pueden observar costosos sistemas de bombeo pagados y operados por los productores agrícolas para extraer su escasa agua. La sequía de los últimos siete años los ha obligado a aprovechar cualquier litro de agua, sin importar que éste sea lo único que le permita conservar un hálito de vida al río.
Los bancos de arena blanca, que año con año se renovaban con las corrientes de agua y eran lugar de juego para niños y adultos en épocas de verano, ahora lucen enmontados e invadidos de tierra que al paso de cualquier vehículo levantan tolvaneras. 
Así, del otrora poderoso e indomable Río Fuerte, hoy sólo pareciera quedar la resignación de muchos de aceptar los designios de la naturaleza -ya no llueve con la abundancia de antes- y la ineficiencia o complicidad de funcionarios de Semarnap y Profepa, que se sobreentiende tienen la obligación de vigilar y aplicar la ley por el bien de la ecología. 
De no existir una preocupación real de parte de los ciudadanos que contribuyen a la muerte del río y de las autoridades para castigar a quienes lo hacen, lo único que quedará será su historia de bonanza, para ser contado a futuras generaciones sólo como un recuerdo. 

 HISTORIA Y CUENCA

Aunque su formación data desde los cambios orológicos ocurridos en la tierra y durante muchos años fue asiento de tribus y pueblos indígenas, el Río Fuerte fue descubierto oficialmente el 3 de agosto de 1533, por el conquistador español Diego de Guzmán. 
Con una aportación promedio anual de 3 mil 900 millones de metros cúbicos (mm3) de agua, se encuentra por encima de los ríos Culiacán, que aporta 3 mil 750; Yaqui, Sonora, con 3 mil 700; Bravo, 3 mil 200; Colorado 2 mil 500; Lerma, 2 mil; Sinaloa, mil 600 y Nazas mil 300. 
El Río Fuerte recibe agua de cuatro estados y la cuenca abarca desde Chihuahua, que tiene la mayor extensión con 26 mil kilómetros cuadrados, Sinaloa con 5 mil 500; Sonora con 3 mil y Durango con apenas 500 kilómetros cuadrados. 
Sus afluentes son los ríos Verde, que nace en los límites de Durango y San Julián, Chihuahua; el Urique, que nace en Gaborachic, Chihuahua y el Chínipas, que nace 30 kilómetros al norte de Creel, Chihuahua. 
También forman parte de su afluente los arroyos Tepochique, Gocojaqui, Borregos, Palmarejo, Gerogachi, Hurciapa y todos nacen en la Sierra Madre Occidental. 
Ya en la zona del distrito en la margen derecha se alimenta su cauce con aguas de los arroyos San Nicolás, Guamúchil, Brasiles y Macoribo, mientras de la margen izquierda se encuentran Los Cueros, La Culebra, Lo de Castro, Santo Tomás y Nacimiento. También recibe agua del río Septentrión y el arroyo Reforma.

LAS CRECIENTES

La primera creciente del siglo XX se registró en 1905, donde además de los daños en la incipiente producción agrícola, desapareció completamente Higuera de Zaragoza. Las restantes se dieron en los años de 1917, 1927, 1933 y 1938, pero sin mayores consecuencias. 
La creciente más grande registrada en el siglo pasado es la de 1943, cuando un afluente de 14 mil 400 metros cúbicos de agua por segundo desapareció varias comunidades aledañas y la mayor parte de sus habitantes fueron reubicados en lo que ahora es La Trinidad, Guasave.
En 1949 se dio otra creciente importante, donde una corriente de agua de 7 mil millones de metros cúbicos por segundo provocó que se cayera el puente colorado del Ferrocarril del Sudpacífico y se interrumpiera el cruce de trenes tanto al norte como al sur del país por varios meses. 
Si bien ya estaba casi lista la presa que se construía en la boquilla del Mahone, en 1955 otra creciente de 8 mil metros cúbicos de agua por segundo, causó estragos en la agricultura y las poblaciones de sus riberas, incluso, se cayó el puente de concreto de San Miguel Zapotitlán. 
En 1960 se registró otra avenida más, la cual arrastró por el cauce del Río Fuerte una cantidad de hasta 9 mil metros cúbicos de agua por segundo, líquido suficiente para llenar tres veces la recién inaugurada presa Miguel Hidalgo y Costilla. 
En los años siguientes se dieron otras crecientes importantes, como la de 1973, con un afluente de 8 mil metros cúbicos por segundo. En 1979 y 1983 se presentaron dos más, pero de menor magnitud. Y es en 1985 cuando hubo una avenida de 6 mil de metros cúbicos por segundo de agua.
La última se dio entre el 31 de diciembre de 1990 y primero de enero de 1991, cuando llegó a tener un afluente de hasta 7 mil metros cúbicos, pero por lo azolvado del cauce, inundó varias sindicaturas y ejidos de ambos márgenes, cuyos habitantes fueron reubicados en Nuevo San Miguel. 

OBRAS HIDRAÚLICAS

Aunque la construcción del canal Taxtes fue la primera obra hidráulica de la zona norte a finales del siglo XIX, durante los primeros años del siglo pasado, algunos productores empezaron a utilizar el agua del Río Fuerte para regar las tierras de ambos márgenes. 
El canal de la SICAE (Sociedad de Interés Colectivo Agrícola Ejidal), que operó desde el 17 de septiembre de 1947 y benefició 40 mil hectáreas al principio, fue la primera obra importante que vino a representar el despegue de la actividad agrícola en el Valle del Fuerte. 
La presa Miguel Hidalgo, construida entre 1952 y 1955, es inaugurada el 27 de mayo de 1956 en beneficio de 230 mil hectáreas de terreno en el Valle del Fuerte y tuvo una capacidad inicial de 2 mil 300 millones de metros cúbicos, que en 1966 se amplió a 3 mil millones de metros cúbicos. 
La presa Huites, construida entre 1993 y 1995 y con una capacidad de 4 mil 500 millones de metros cúbicos, fue inaugurada en 1997, con lo que se vino a terminar con las crecientes que inundaban los pueblos y ejidos de sus márgenes, pero también con la vida del Río Fuerte.

SE PIERDE EL CAUCE

El cauce del Río Fuerte se encuentra totalmente azolvado, debido a que ya no corre la misma cantidad de agua, pues si bien la construcción de la presa Huites vino a representar menos riesgos de inundaciones para los pueblos aledaños, ahora luce abandonado. 
Algunas zonas arboladas se encuentran devastadas por los ladrilleros, que a la falta de leña para sus hornos talan álamos y sauces, ante falta de vigilancia en las riberas, asegura el ejidatario de Higuera de los Notoches, Alberto Heredia Velázquez. 
Entrevistado a la orilla de su parcela de tres hectáreas mientras realiza labores de deshierbe de su sembradío de maíz y que se ubica a menos de un kilómetro del río, afirma que antes el agua se veía cristalina y hasta se podía ingerir sin riesgo alguno, pero ahora todo eso ha cambiado.
"Si antes los pescadores sacaban hasta 100 peces de buen tamaño en dos o tres horas, el cual vendían entre los pobladores de las comunidades aledañas, ahora con trabajo logran capturar 30 mojarras en el mismo tiempo, que apenas les alcanzan para completar la papa". 
Sin soltar su filosa cahuayana, Heredia Velázquez comenta que en los últimos cuatro años es poca el agua que se ve en el río, ya que antes en las partes más bajas el nivel llegaba a la cintura y ahora cuando mucho llega a cubrir arriba de los tobillos.

CONTAMINACIÓN

 Aunque no existen estudios ni investigaciones que determinen el grado de contaminación del Río Fuerte, las aguas residuales que arrojan a su cauce las granjas acuícolas y porcícolas han provocado que disminuya en casi dos terceras partes la vida animal. 
El ambientalista Julio César Larrínaga Martínez considera que no sólo estas empresas están depradando la fauna y flora del Río Fuerte, sino la misma población se ha convertido en su cómplice, ya que no ha entendido el valor que tiene esta importante reserva ecológica. 
Se debe hacer un compromiso, agrega, de las autoridades, organismos sociales e instituciones educativas para integrar un patronato o asociación civil que a la vez se preserve como zona natural protegida se apoye con estudios y recursos para convertirla en área de esparcimiento colectivo. 
"Ante las nuevas inversiones que tienen programado realizar empresarios de Ahome Acuícola, grupo Paraíso, ejidatarios y particulares, es necesario que se cumplan con los reglamentos de impacto ambiental y el manejo de residuos que dañan los ecosistemas".
Larrínaga Martínez asegura que no se debe estar esperando que las autoridades hagan cumplir la legislación vigente, sino que tiene que ser la ciudadanía preocupada por el destino de los recursos naturales, la que debe actuar para evitar que muera o desaparezca. 
Agrega que una de las alternativas sería proyectar obras con mínima inversión, donde se levanten pequeñas represes en diferentes tramos del río a fin de que se aprovechen como cuerpos de agua para la siembra de alevines, a la vez que se conviertan en balnearios ecológicos. 
"De esta forma los pobladores de las comunidades ribereñas tendrían la oportunidad de aprovechar la poca agua que actualmente corre por su cauce, pero también se comprometerían a cuidar este recurso natural evitando que la basura y otros deshechos se sigan acumulando", concluyó. 

DENUNCIA ANTE LA PGR

 En la comparecencia de funcionarios de la Procuraduría General de la República (PGR), el tesorero de la Asociación de Acuacultores, José Angel Navarro López, interpuso denuncia contra la empresa Técnica Marina por arrojar a los drenes regionales una larva denominada artemia salina. 
En su alegato jurídico, el representante de los acuacultores del norte de la entidad afirma que existen serias sospechas de que este especimen podría estar relacionado con la aparición de la mancha blanca en los estanques donde se cultiva el camarón. 
Hasta el momento, señala el documento, no existe un dictamen sanitario que permita desligar a esta larva como causante de esta enfermedades del camarón en los estanques de las granjas acuícolas, por lo que se exige una investigación antes de que cause estragos en los ríos y en los sistemas lagunarios de la región. 
"La falta de un estudio al respecto podría originar serios problemas en las granjas, ya que al utilizar el agua dulce para las nuevas siembras de camarón, su contaminación con esta larva podría provocar un caos en la próxima producción acuícola", advierte Navarro López. 

GRANJAS Y EMPACADORAS

Ahome Show Pack, ubicada a la vera de la carretera Internacional frente a la comunidad del Nuevo San Miguel, es una de las empresas que más denuncias ha recibido por el manejo inadecuado de sus residuos, por lo que en enero pasado recibió una visita de la Secretaría de Salud. 
El síndico de San Miguel, Juan Sauceda Leyva, confirma que los vecinos del poblado indígena se han quejado también por los fuertes y desagradables olores que despide durante la temporada de mayor actividad, ya que no cumple con las medidas de sanidad establecidas. 
Aunque afirma no tener datos concretos al respecto, asegura que otra de las fuentes de contaminación de las aguas del Río Fuerte son las granjas avícolas y porcícolas que verten sus aguas al cauce, como es el caso de las empresas Bachoco, Barobampo y El Porvenir. 
En este último caso, asegura, aunque cuenta con laguna de oxidación, se puede constatar que la calidad del agua no es la requerida, ya que los deshechos fecales y alimento en descomposición pasan casi completos a su cauce, lo que incrementa su contaminación. 
"Incluso ahora el agua ya no se puede utilizar para consumo humano, ya que además de la contaminación, el poco afluente no permite que los residuos de agroquímicos y otros deshechos se limpien, pues están latentes los riesgos que podrían causar en la salud de las personas". 

YA NO LO VISITAN COMO ANTAÑO

El biólogo pesquero Alfredo Nolasco afirma que además de los problemas de contaminación, tala de árboles y sequía en el Río Fuerte, en los últimos años ya no es visitado como antes por las familias de ciudades y pueblos aledaños, ya que dejó de ser atractivo como lugar de recreo. 
El profesionista originario de San Miguel Zapotitlán admite que con la disminución de su cauce, la sobreexplotación de los bancos de materiales y la acumulación de basura en sus riberas, durante los últimos tres años ya no es visitado ni en Semana Santa. 
Tampoco, añade, se ve esa flora y fauna que era el atractivo de los niños y jóvenes; ni de los pescadores que a diario acudían a buscar mojarras, bagres o cauques; o el centro de diversión para escolares que acudían a sus riberas de día de campo.
"El abandono y la destrucción son ahora el destino de uno de los ríos más grandes de Sinaloa, que durante varios siglos impuso su fortaleza inquebrantable, pero que hoy con el afán del progreso y el desarrollo el hombre se ha olvidado de su historia y riqueza acumulada", concluye.

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