lunes, 22 de diciembre de 2008
miércoles, 3 de diciembre de 2008
“Huele” a fraude caso de planta tratadora de aguas residuales
Pese a que la federación mantiene en curso una revisión del caso a instancias de la autoridad municipal, a efecto de esclarecer cómo se invirtieron los cerca de 100 millones de pesos destinados a la construcción de la plata tratadora de aguas residuales, no existe a la fecha claridad que permita dilucidar que se vaya a castigar a los presuntos responsables, en este caso la constructora Saysa y al ex gerente de la Japama, y ahora diputado federal del PRI, Gerardo Octavio Vargas Landeros.
El arquitecto Arturo Villaseñor Atwood, ex presidente del Colegio de Peritos Valuadores de Los Mochis y ex director del Plano Regulador de la ciudad, ha dicho desde hace mucho que las cosas continúan turbias en la Japama, pues hasta ahora no se ha aclarado el presunto desvío de recursos tanto en la inversión de la planta tratadora como en las finanzas de la paramunicipal.
El comisionado de Acción Electoral del PAN, Héctor Hallal Zepeda, aseguró que debido a que se utilizaron recursos del orden federal para la construcción de la planta tratadora, la federación puede y debe realizar una auditoría a la JapamaSeñaló que es notoria la falta de interés que han mostrado las autoridades municipales para transparentar los gastos de la paramunicipal.
Pese a estas opiniones, las autoridades municipales y los directamente involucrados en el caso han mantenido la posición de estar de acuerdo con que se investigue, pero hasta la fecha parece que se trata de una mera postura política, ya que hasta pactos de unidad hacen para evitar salir raspados ante la cercanía de los cambios de alcalde, diputados locales y la renovación de los cabildos.
Incluso ante el anuncio de que ahora serán los diputados locales los encargados de investigar el presunto fraude, el alcalde Policarpo Infante Fierro descartó que la auditoría de la obra pública tenga fines políticos, como se ha querido interpretar por algunas voces.
Por su parte el gerente de la JAPAMA, Guillermo Dávalos Samaniego, señaló que la dependencia a su cargo está abierta para ser auditada con la finalidad de deslindar a la actual administración de supuestos malos manejos de los recursos económicos.
Repudian destrucción de colonia Americana
Alternancia/Redacción
Autoridades municipales, trabajadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y organismos empresariales y ciudadanos protestan por la destrucción parcial de los edificios de la conocida colonia Americana, considerados patrimonio histórico del municipio de Ahome.
El inmueble fue construido en 1905 por el empresario estadunidense Benjamín Johnston y fue parte del edificio Varsovia, el primer hotel que funcionó en Los Mochis en 1912. Ubicado en la esquina del bulevar Rosendo G. Castro y Antonio Rosales, albergó trabajadores y empresarios de estados Unidos que administraron el ingenio azucarero Los Mochis y participaron en otras obras de importancia en la región.
El 31 de diciembre pasado, en pleno festejo de fin de año, los propietarios del edificio, quienes administran el ingenio, ordenaron su destrucción con el objetivo de construir en esta zona un centro comercial. La demolición abarcó casi 60 por ciento del inmueble.
Trabajadores del INAH se unieron a la defensa del edificio y otros inmuebles de importancia cultural. La protesta fue iniciada por el alcalde Policarpo Infante Fierro, además de dirigentes empresariales locales de Canacintra y Canaco, asì como del Colegio de Arquitectos.
Al mismo tiempo, artistas plásticos montaron la exposición Los Mochis: una herida abierta, y convocaron a la población a manifestarse contra la destrucción del patrimonio histórico.
Ricardo Corral, representante del Frente Ciudadano de Defensa del Patrimonio Histórico, Cultural y Ecológico de Ahome, condenó los daños y pidió a los ciudadanos sumarse a acciones contra el ingenio azucarero.
Arturo Reinecke, presidente de la Asociación de Arquitectos de Los Mochis, criticó el proceder de los industriales, pero también al gobierno municipal porque los primeros dañaron el corazón histórico de la ciudad y los segundos ofrecieron una defensa laxa, a pesar de tener la fuerza y la razón suficiente para frenar los daños.
Los trabajadores del Centro INAH-Sinaloa y de los Comités Ejecutivos de las Delegaciones Sindicales de Arquitectos e Investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia externaron su apoyo solidario a la conformación del Frente Pro Defensa de la Colonia Americana en Los Mochis.
Gilberto López Castillo, delegado Sindical de Investigadores del Instituto Nacional de Antropologaza e Historia en Sinaloa y Jorge Arturo Gastélum Zepeda, secretario del Exterior de la Representación de Arquitectos Conservadores del Patrimonio Cultural del INAH, criticaron también a los empresarios y exigieron que el Instituto Nacional de Bellas Artes actúe de manera emergente para rescatar el patrimonio histórico de la ciudad.
Conocedores de la importancia de ese complejo arquitectónico refirieron que su campo de acción está vinculado a la conservación de nuestros acervos patrimoniales que le dan sentido e identidad a nuestros pueblos, dijeron.
SOS a Los Mochis Viejo
"Nadie sabe el bien que tiene hasta que lo ve perdido": Fred Àlvarez Palafox
Un crimen contra el patrimonio urbano es lo que está sucediendo en Los Mochis, Sinaloa. Mi pueblo natal.
Dice una canción italiana que el pueblo donde se nace es como el primer beso, ¡Nunca se olvida!
Un lector del periódico La Jornada en su sección del Correo Ilustrado llama a defender el patrimonio histórico de esa bella y centenaria ciudad.
José Rodríguez nos invita a los mochitenses "que están fuera de su ciudad a que la defiendan y se manifiesten, al INAH y al INBA a que se pongan a la altura y decreten el valor que tienen los inmuebles que están demoliendo alrededor del ingenio azucarero que dio origen a la ciudad en 1905, que son identidad de los habitantes y patrimonio colectivo. Afortunadamente no estamos con los brazos cruzados."
Tiene razón José y me sumo a esta cruzada; y la verdad ya me había percatado, debido a que estuve en esa ciudad el día de Todos Santos y puede darme cuenta de la intención de los dueños de Los Mochis de transformar es parte de la ciudad para hacer negocio. ¡Pues total!
Un amigo entonces, me dijo -"¿y que hacemos?"-
¡"Pues protestar"-, le respondí!
Y ahora que leo la carta de don José Rodríguez en La Jornada y leo en el semanario sinaloense Rio Doce, lo primero que hago es solidarizarme con ellos para condenar esa barbarie.
Hay que estar pendiente de las acciones de la autoridad municipal;
Creo que lo que debe hacer el alcalde Policarpo Infante es expropiar esa parte de la ciudad.
¡Ojala que no le tiemble la mano!
jueves, 27 de noviembre de 2008
El Río ¿Fuerte?
miércoles, 26 de noviembre de 2008
El Maviri: lo que pudo ser y no fue
La polémica y frustrada venta de la isla a los extranjeros
Luis Fernando López Parra
La isla de El Maviri es un paraíso de 65 hectáreas de playas casi vírgenes, donde todavía los pelícanos se pasean confiados entre la gente y el pescado fresco sale de la bahía.
El pescado zarandeado, orgullo culinario de El Maviri, y los atardeceres junto al mar aún son disfrutados por la gente de Los Mochis, que cada fin de semana recorre los 30 kilómetros que separan la playa de la ciudad.
La isla, que estuvo a punto de convertirse en un complejo turístico de "primer mundo" en el 2001, con un polémico proyecto de privatización que finalmente se vio frustrado, es visitada hoy por todo tipo de pobladores, sean ricos o pobres.
Es una franja larga y angosta, que se extiende en un horizonte sin fin. Todo es playa. De un lado hay bahía. Del otro, mar abierto.
Para llegar está el camino que se construyó con la tierra que le sacaron al mar, cuando el Gobernador Francisco Labastida quiso convertir Topolobampo en el primer centro portuario del país.
El Maviri -llamada así por los lugareños, aunque su nombre real, mayo, sea Baviri (lugar de ánimas)- es algo así como la tierra prometida para los pobladores de Ahome y sus alrededores.
Cada fin de semana, unos seis mil lugareños recorren los 30 kilómetros que separan la playa del quemante asfalto de la ciudad.
Aquí nadan, se asolean, disfrutan de mariscos frescos del Pacífico y del famosísimo pescado zarandeado, cuya receta, presumen, no puede igualarse ni siquiera en otros lugares de Sinaloa.
Ya por las tardes, los visitantes aparcan en el camino, justo en la curva donde está el "santuario" (así le dicen) de los murciélagos. Es un espectáculo. Apenas anochece y de la cueva gigante salen millares de oscuros animalitos, legendarios inspiradores de historias terroríficas.
Esas imágenes, empero, estuvieron a punto de ser parte de la historia, cuando se puso en venta una parte de la isla a inversionistas extranjeros, que veían en este paraíso un exitoso complejo turístico de corte internacional.
Como Rosa Mar se le conoció al proyecto que no logró ponerse en marcha. Aunque nunca se presentó oficialmente, se hablaba de una inversión de 200 millones de dólares para la construcción de dos hoteles, una zona habitacional y un campo de golf de 18 hoyos.
Lo único concreto era la carta-compromiso de venta, en la que los inversionistas ofrecieron al Ayuntamiento un pago inicial de 7.5 millones de dólares para la introducción de los servicios.
La polémica provocada por las irregularidades jurídicas en la venta y las inminentes campañas electorales de noviembre de 2001 provocaron que se suspendiera el proceso.
Pero los opositores a la venta no se la creyeron, ya que el proyecto no era mal visto por el Gobierno estatal y contaba con el aval del Gobierno municipal, encabezado por Esteban Valenzuela García, y de un sector del PAN, que representaba entonces la oposición más fuerte a nivel local.
Pretendían vender en greña
En octubre de 1996, durante la administración del panista Francisco López Brito, el Consejo Municipal de Desarrollo Urbano y Ecología elaboró un proyecto de desarrollo que el 28 de enero de 1997 fue aprobado por el Cabildo.
El Plan Regional Turístico de la Isla Maviri, publicado el 11 de abril de ese año, establecía que el Ayuntamiento será el responsable de planear, regular y administrar las reservas territoriales. Es decir, es el único responsable de su fraccionamiento.
El decreto señalaba además que de las 65 hectáreas que tiene la isla, 18 serían destinadas a la inversión privada local o extranjera, que sería susceptible de venta o concesión a particulares hasta por 20 años, 15 a la zona habitacional y las 32 restantes quedarían como áreas de servicios, para apoyo turístico y espacios abiertos.
La idea no era nueva
La desincorporación de la isla como zona federal marítima terrestre para destinarla a un proyecto de urbanización y desarrollo turístico se remonta a octubre de 1970, cuando fue decretada la expropiación de los terrenos de la isla por causa de utilidad pública.
Los restaurantes se instalaron a principios de los ochenta. En 1997, según el último censo levantado por la Semarnap, había 13 concesionarios que cumplían con el pago por uso y aprovechamiento de la zona federal.
El único antecedente de un proyecto turístico en la isla fue el que promovieron a principios de los noventa estudiantes de arquitectura del Instituto Tecnológico de Los Mochis.
Era un complejo hotelero que incluía urbanización y planta tratadora de aguas residuales. Sin embargo, el estudio de impacto ambiental desanimó a los empresarios interesados.
Sin embargo, en febrero de 2001 se conoció la propuesta de vender una parte de la isla, se habla de 18 hectáreas, pero hay quienes dicen que eran más a la empresa estadunidense Em2 Group, que a través de su representante, Albert Rosario, había ofrecido un pago inicial de 7.5 millones de dólares al Ayuntamiento para dotar de servicios públicos a la isla.
La difusión de la venta desató un escándalo, que se complicó jurídica y políticamente a partir de la revelación de irregularidades en el proceso de compraventa, que involucraba a destacados miembros de la clase política local.
Fue el caso del entonces regidor panista, José Antonio Gutiérrez Román, cuyo cuñado, Luis Fernando Hays Olea, sería promotor de la empresa, pero las pugnas políticas aparte y el debate sobre la venta de El Maviri crecieron por la falta de información oficial.
Incluso, panistas como Guillermo Padilla Montiel, ex presidente de la Canirac, interpuso un amparo en contra de la venta, ya que según él no se sabía quienes eran los verdaderos inversionistas.
Se habla, argumentaba, de vender 18 hectáreas y media, pero luego se dijo que no se están contando las vialidades y los espacios abiertos y sólo unos cuantos privilegiados tenían la información.
Además había una confusión legal, porque el Cabildo aprobó la venta y no quedaba claro si la decisión final correspondería al Congreso local o el decreto de 1970, que amparaba la determinación municipal.
El entonces Gobernador Juan S. Millán, de plano se deslindó.
"Los detalles los tiene el municipio, que tiene la responsabilidad", dijo en marzo de 2001.
Progreso o fatalidad
Con la inversión en El Maviri la población veía con fatalidad su suerte. A pesar de las promesas de empleo, muy pocos creían que el desarrollo turístico traería beneficios.
Ya les había pasado con la gran apuesta de Francisco Labastida: Topolobampo, el centro portuario más importante del país, inaugurado como tal en 1991 por Carlos Salinas de Gortari.
A la distancia, los pobladores reconocen que efectivamente, Topolobampo tiene ahora un movimiento portuario mayor que el de Mazatlán o el de Guaymas.
Pero el desarrollo, en el cual se instalaron plantas de Cemex, de Fertimex, la termoeléctrica, y la Administradora Portuaria Integral, y se amplió Pemex, trajo otra realidad.
La flota camaronera, que era la más importante a nivel nacional, se cayó. Los esteros desaparecieron y con ellos, los pescadores afiliados a la Federación de Cooperativas de la Industria Pesquera del Norte de Sinaloa y Sur de Sonora, que en su época de bonanza llegaron a tener una flotilla de 5 mil lanchas, ahora, no queda más que un puñado.
Del pasado glorioso sólo quedan pilas de lanchas oxidadas a un costado del pueblo, que desde el observatorio que está en el camino de la termoeléctrica presentan una triste imagen.
Será por eso que si se hubiera vendido la playa, a unos 15 minutos del centro portuario, los únicos beneficiados serían los inversionistas, dice finalmente Padilla Montiel.