No ha sido tarea fácil indagar si hubo ganador en el debate
llevado a cabo la noche del domingo entre los candidatos de la Presidencia de
la República, cada quien vio su propio debate, se inclinó por quien aún sin
decirlo o reconocerlo ya había seleccionado, de ahí que poco van a moverse los
números en las encuestas serias en las que realmente ubican a cada uno de los
abanderados en el lugar que les corresponde sin triunfalismos espectaculares,
sin que existan en realidad porcentajes que se midan por dos dígitos en las
distancias. Así, independientemente de si existió uno mejor que otro o quien
recibió más señalamientos por su proceder dentro de la función pública, habrá
que reconocer que se presentó en la televisión una realidad nacional pocas
veces vista, se habló fuerte y claro de la tragedia por la que atraviesa el
país sin sacarle la vuelta a las palabras, se presentó en breve nuestra cruda
realidad aunque también se habló de dos renglones sobre los cuales tendría que
tejerse un cambio si en realidad éste quiere hacerse: honestidad y erradicación
de la corrupción.
En este tenor se expresó una y otra vez el abanderado de las
izquierdas y es que más allá de los mismos proyectos y de las promesas de
bienestar y combate tanto a la pobreza como a la inseguridad, está el eliminar
la corrupción que permite que ningún plan florezca, que de frutos que se
revelen en la mesa de los mexicanos, en su forma cotidiana de vida, en la
generación de empleos. De qué sirve que nos presenten números y nos hagan
promesas de recuperación de la autosuficiencia alimenticia si sabemos que la
conducción de quienes manejan los presupuestos es tramposa, que es en sus
bolsillos en donde terminan los millones que se destinan para apoyos al agro,
si se piden comisiones para la compra de maquinaria y de equipo, si se elevan
los precios de los combustibles que, como el diesel, son precisamente para las
áreas productivas, si a los subsidios para la energía eléctrica se le suman las
dádivas para conexiones extraordinarias otorgadas a los propios trabajadores de
las distribuidoras.
Es necesario, impostergable, voltear la mirada hacia el
principio de la honestidad. No puede sin ella garantizarse la seguridad de
ninguna familia, ni en su persona, ni en sus bienes ni sobre su futuro. Sin
este principio no podemos esperar que las autoridades muestren respeto alguno
por los ciudadanos. La falta de éste llevó al comportamiento que tuvieron las
televisoras y la autoridad electoral el día del debate. La contratación de una
ex conejita de Play Boy por parte de un productor de televisión de nombre Jesús
Tapia, quien realizara esa tarea en los programas de Jorge Saldaña, por lo que
es todo un experto en esa área, no pudo llevarse a cabo sin el beneplácito de
las televisoras y del propio IFE. No se considera que el plan fuese el de la
burla sino una salida “b” ante el temor de que su candidato, el mexiquense
Enrique Peña Nieto, fuese bombardeado, como sucedió, en este encuentro. Por lo
tanto, había que procurar que al día siguiente se hablara más de Julia Orayen,
de su voluptuosidad, de su vestimenta, que de los señalamientos que se le
hicieron sobre diversos renglones.
Ni qué decir de las instrucciones giradas a la moderadora, a
Guadalupe Juárez, quien labora en Radio Centro, es decir en la radiodifusora de
la cadena Televisa, para que permaneciera con una sonrisa entre burlona y
estúpida y que concluyera con expresiones como “¡muy bien!” al terminar el
tiempo de exposición de los candidatos. ¿¡Muy bien qué!? Para un experimentado
productor de televisión como Tapia no hay excusas que logren disminuir los
gravísimos errores en el manejo de cámaras, los cortes que impedían a los
televidentes ver con claridad las fotografías y los encartes que llevaron. Hay
gente dentro del IFE, principalmente encabezando la comisión para los debates
que, como es el caso de Sergio García Ramírez, que no tiene como explicar que
se permitiera que todo esto sucediera y menos aún que con toda esta falta de
respeto al pueblo de México se esconda y manden a otros a justificar y a solicitar
disculpas con argumentos infantiles, carentes de lógica y muy respaldados en
que hubo 7 horas de ensayos y los coordinadores aprobaron hasta ese mal hecho y
deforme formato que impidió que se tuviera una secuencia congruente de las
participaciones.
Independientemente de presentarnos la realidad nacional, el
debate también permitió descubrir esos telones que intentaban esconder la mano
y la figura de Elba Esther Gordillo en la contienda del primero de julio
próximo. Gabriel Quadri se manejó con un total apoyo a las propuestas de
Enrique Peña Nieto y respaldó que se tengan segundos pisos de cuota, que se
eliminen los subsidios, que se privatice Pemex, que se contrate a empresas
privadas para que cumplan con las tareas que corresponden al Estado, que son su
obligación y que obviamente lleven a la generación de otra ronda de
multimillonarios a costa de jugosos contratos. Que Quadri aprovechó, sí ¿pero
qué? Solo un espacio con el que seguro ni siquiera soñó, en el que hace unos
meses ni siquiera se veía. Peña Nieto ha tenido que sacar a flote una
trayectoria que puede gustar o no pero que existe y que le resultó de peligro
porque tapar a Arturo Montiel no resultaba una tarea fácil de realizar y menos
aún con la Presidencia en manos de un partido opositor que, de haber querido,
hubiese actuado en defensa de los intereses de los mexiquenses.
Ha tenido que dejar que lo desnuden y para sacar la parte
personal y considerada como peligrosa del closet desvestirse el solito. La
Vázquez Mota lidió con la Martita Sahagún, es sobreviviente de un círculo
cerrado de blanquiazules, aguantó presiones en la SEP, también se hizo cómplice
y cumplió ordenes que la ponían en peligro, hasta la delgadez y los desmayos
hicieron su aparición sin evitar los calificativos que ha recibido su señor
marido que no figura ni en su apellido. Por lo que respecta a López Obrador, su
presencia y lucha política es mucho más añeja que la de los anteriores y se
inicia en otro partido y se toman decisiones de cambio de rumbo difíciles en su
época; se resiste un desafuero y una andanada no vista antes contra un político
de oposición y sobrevive a la jungla que representa gobernar la capital de la
República; ha recorrido el país como ningún otro y llena las plazas con
voluntarios también como ningún otro.
¿Y Quadri? A él solo le bastó el visto bueno de una mujer
poderosa para estar en un atril que lo ubicó al lado de quienes sí cuentan con
toda una trayectoria y darse el lujo de decir que “estos políticos que no se
ponen de acuerdo”, de presentarse como un candidato ciudadano aún y cuando hay
antecedentes de truhanes como Pablo Salazar Mendiguchía que para lograr la
alianza se dijo de la misma forma y resultó todo un defraudador que abusó de su
posición como gobernador de Chiapas, o como lo hiciera el célebre ex presidente
municipal de Cancún y también hombre de judicial pasado, Gregorio Sánchez
Martínez; participar en un debate en el que se busca la presidencia ¿no lo hace
político?
Lo que puede medirse con realidades al minuto es lo que se vivió
al término de ésta presentación. Cada quien, de acuerdo a las fuerzas y
respaldos con los que realmente cuenta, hizo su propia fiesta y de esa manera
quedaron todos en su lugar. Don Enrique Peña se decidió por la sede nacional
del tricolor en donde con unas cuantas centenas el lugar luce a reventar y más
aún si tal “celebración de triunfo” se realiza en el auditorio. Doña Josefina
se fue con sus decenas de panistas a la colonia Roma, a un enclave de
blanquiazules; Gabriel Quadri y sus seguidores escogieron la glorieta de la
Cibeles para concentrarse y hablar de que lograrán mantener el registro,
objetivo del candidato que le garantizará poder vivir tranquilamente sin tener
que volver a trabajar, ese será su premio y entregado como doña Elba acostumbra,
en efectivo y sin factura. El tabasqueño por su parte se fue al corazón de la
capital y del país, al Zócalo, y concentró, dicen, más de 8 mil seguidores que
no fueron llevados a las once de la noche en autobuses rentados, ni les
ofrecieron tortas ni les dieron refrescos.
¿Quién ganó en el debate? Me parece que los mexicanos que
pudimos darnos cuenta de que, en efecto, “en México la televisión administra la
ignorancia”, y una vez que se ha descubierto en su totalidad el mal no hay otra
que atacarlo o morir con él.